ENTREVISTAS VOL.4
PABLO ROTEMBERG
Entrevista por Julian Guidi
Entrevista a Pablo Rotemberg California Klub.
Entrevista a Pablo Rotemberg
¿Qué nos dice la violencia hoy?
Visitamos al director escénico, coreógrafo, músico y docente, para conversar sobre su actividad artística en el panorama de la realidad actual.
- ¿Qué crees que queda de la escena en medio del desfinanciamiento, los cierres y las bajas de la actividad artística y cultural? ¿Cómo lo estás viviendo?
- Depresivamente. Desde fines del año pasado, toda mi libido en relación a mi actividad artística como coreógrafo y director se fue al carajo, para decirlo brutalmente. No sé. No tengo iniciativa ni ganas de generar proyectos. Y en general yo suelo tener. Porque es lo que más me gusta hacer: hacer obras de danza, o como se las quiera llamar En medio de la percepción de esta realidad nueva, tan drásticamente diferente, ese deseo, esa libido desapareció. Respecto del desfinanciamiento, siento que hay mojones que sobreviven, que uno puede percibir como bollas en el mar, algunas cosas permanecen, pero creo que la mayoría de las cosas se están hundiendo.
- ¿Crees que hay un ataque a la cultura?
- Sí, eso es innegable. Nadie podría decir lo contrario. Me parece que es una estrategia política del gobierno actual para desdibujar los rasgos que me parece que nos constituyen como nación, como pueblo, como país, como la teoría actualmente lo quiera llamar. La aniquilación de las manifestaciones la aniquilación de la educación accesible para todos y la aniquilación e la salud tienen que ver con un plan que nos va a volver un país factoría para los países como Estados Unidos, Rusia, China, Europa. Una factoría de recursos, una colonia que entrega su litio y su petróleo. Nunca vi un gobierno que tomara medidas tan drásticas en el terreno de la cultura. Que haga dicho “Voy a cerrar el Inca y lo cierre, que diga voy a cerrar Radio Nacional y la cierre, voy a cerrar Télam y la cierra. De los gobiernos que he visto pasar, nunca vi que alguien tomase estas medidas tan violentas, agresivas y tajantes. En mi caso, soy docente universitario y creo que tenemos un fin en la educación. Ahora aparece la idea de que el lugar donde trabajo, la Universidad Nacional de las Artes, pueda cerrar.
- En tu poética se puede ver cómo laburás la violencia como tema y a partir del mismo lenguaje expresivo de la danza. En ese sentido, ¿qué te resulta ver este grado de espectacularización de la crueldad?
- Un amigo, Horacio Vanegas, que es filósofo, me dijo “Este el momento para que hagas una obra”. Pero me gana esta sensación de desazón que es también personal y no solo se lo atribuyo al afuera. Puede haber una sensación de estar deprimido y eso tiene ciertas relaciones con el afuera. En el espacio en que empecé a producir mi primera obra en el 2004 como director no se sentía el miedo que está instalado. Si antes ibas a una manifestación no te reprimían de este modo, uno no iba con esa cabeza. Las últimas manifestaciones que estuvimos viendo tuvieran una represión policial injustificada. Esto está instalando miedo, lo veo en las personas que me rodean. Hay miedo a perder el trabajo, hay miedo a abordar en la obra denuncias sobre lo que está sucediendo. No digo que estemos en la dictadura y que debamos hallar un modo de decir las cosas, como en Perlongher. Hablo de cosas más obvias. No me refiero a estrategias por el estilo de produzcamos como bajo en el régimen de Stalin y encontremos un código que los sensores no entiendan y denunciemos algo.
- ¿Qué ves en los estudiantes que pasan por la universidad y que se están formando?
- Estoy en la Universidad Nacional de las Artes, en el área de Danza del Departamento de Movimiento. Estoy en dos materias bastante diferentes. Una se llama Escritura Dramática y la otra es Composición en Teatro Musical. Son bastante distintas las personas que conozco, les alumnes. Hace poco una alumna me contaba que le está costando seguir la carrera. Vive lejos, tiene que trabajar el doble de lo que tenía que trabajar antes. Sin embargo, todavía siento que en lo social en general hay cierta inercia que no sé cuánto tiempo va a durar. Cierta inercia de las cosas. ¿Cómo eran hasta ahora? Porque están cambiando muy rápido. De pronto, apareció la idea de que las universidades públicas pueden dejen de funcionar. A pesar de eso, siento que todavía no hay una mayoría que se perciba afectada. Es cierto que hay un ambiente de desazón, pero la universidad y les alumnes la siguen remando. Todavía se puede creer que esto puede cambiar y que puede mejorar. De hecho, es así: este estado de cosas no va a durar para siempre. Aunque las cosas que se destruyen después se tardan mucho en reconstruirlas. Como cuando a uno lo hieren, ¿cómo se recompone uno en su interioridad? A veces cuesta más, a veces menos. A veces es irreparable el daño. En mi fijación por las cuestiones del holocausto, recuerdo lo que decía mi abuelo: cuando Hitler asumió la gente se quedaba mirando ante las agresiones a los judíos. Hace poco le dije a una amiga drag que tenga cuidado en la calle, temo por la violencia. Si estoy sentado en un bar y me pegan y me dicen puto. Creo que hoy las artistas no encontramos un camino sobre el que haya una especie de revolución. No siento que eso esté pasando. Veo apatía, abulia, anestesia. Eso me recuerda a lo que contaba mi abuelo de Alemania. Todo daba igual: esto, después esto, después esto y después, esto.
- ¿Qué es lo más arriesgado que hiciste en escena?
En el 2014 hice una residencia artística en Santiago de Chile, en la que me convocaron, en el GAM, el Centro Cultural Gabriela Mistral. Es un lugar espectacular, muy increíble. Ahí trabaje en condiciones en las que nunca había trabajado, soñadas para hacer una obra. Sobre todo por el tiempo, de hecho fue una residencia muy inusual porque duró tres meses y en general duran un mes. Pude llevar a mi asistente, que en ese momento era Josefina Gorostiza. Fue soñado todo, con un elenco que elegimos. Ahí había una escena entre una mujer y un hombre donde empezaba de una manera muy coreográfica, tenía cuentas, era muy formal y muy estilizado, ahí ella ejercía algunas acciones violentas sobre el cuerpo de él, pero un momento cambiaba el rol, como en un ejercicio de composición básico. Entonces él comenzaba a agredirla a ella, si bien en su agresión había una estilización también, la violencia a los ojos del espectador parecía ser muy real. Parecía que la estaba maltratando de verdad, que le estaba pegando la tiraba todo el tiempo al piso de una manera muy efectiva. Ya sabemos que esto ya se vio y no fue inaugural de nada, pero sí lo fue para mí. Me quedó como una escena muy marcada. Habíamos cronometrado 7 minutos de violencia del chico hacia la chica. A veces tenía miedo de que se lastimase. También hay épocas para todo. Hay modas y hay interés. Cuando hay cuestiones que emergen a la superficie y se vuelven dominant4es quiere decir que representan a la mayoría. Ceo que la escenificación de la violencia está en baja y no resulta atractiva o al público no le interés. Siento que ya se vio demasiado. Percibo que hoy acá la cuestión de las obras va por otro lado. De ese sentimiento apocalíptico donde pareciera que está todo mal, las producciones reflejan otras cosas, se ve alegría, bienestar. No sé si es lógico para la mente humana o un escapismo. Las obras que hace la gente más joven tienen otras preocupaciones. Cada generación tiene sus traumas, sus sueños, sus deseos. No creo que hablar sobre la violencia sea uno de los principales intereses hoy. Por eso me pregunto si es el momento de volver a hablar de eso o si es el momento de tratarlo como en La novicia rebelde. Me lo pregunto de verdad. ¿Es desde ese lugar que se habla de la violencia o de una situación trágica, como habla La novicia rebelde que es el ascenso del nazismo, envuelto todo en cosas bellas y canciones?
ENTREVISTAS VOL.3
DIEGO CHEMES
Entrevista por Julian Guidi
Alquimia y atemporalidad en la producción artística de Diego Chemes
Por Julián Guidi
En la pintura, en el diseño, en la composición en general, siempre se juega una cierta alquimia. Suele decirse que los artistas que saben dibujar y pintar pueden ver otras cosas. Esto, quizás, se deba a un talento, pero no hay duda de que cualquier talento sin práctica tiende al debilitamiento.
Diego Chemes se formó en dibujo, pintura, diseño, música. En su catálogo disponible en la web, se puede ver su producción y nos detenemos en una serie de pinturas digitales que realizó entre 2003 y 2005, en donde la figura femenina se vuelve una constante y la página termina con un desnudo sobre un fondo anaranjado. Un desnudo que se mueve.
Nos encontramos con Diego y Kchi a las ocho y media de la noche en un bar de San Telmo para poder conversar sobre su producción. Surge primero la pregunta sobre el modo de abordar la figura.
Diego: - Se trata de lo que uno ve todo el tiempo. A la hora de pintar querés sintetizar ese cuerpo, darle una fisonomía no tan emparentada con la realidad. Yo vengo del arte moderno, me siento muy libre en el campo de plasmar la intención que me provocó la figura. El desnudo siempre ha sido un motivo en la historia del arte. Me resultó normal hacer un desnudo dentro de una serie de pinturas. El erotismo está en la vida cotidiana.
Una serie de sus pinturas, entre el ochenta y cuatro y el ochenta y nueve, lo revelan estudioso de la construcción formal. El diseño de tapas de discos que realizó para La Portuaria, Los Auténticos Decadentes, Lions in Love y Los Pericos puede pensarse como una síntesis de los lenguajes que exploró en la pintura.
Sobre la relación con los materiales de la pintura tradicional y la técnica digital, Diego nos dice que “En el pasaje a la pintura digital hay una implicancia de la relación con el tiempo. No hay que esperar a que se sequen los materiales. También hice varios videos pictóricos, filmaba mis pinturas con músicos de la época que se copaban.”
La presencia del paisaje también se reitera. Hacia el final de la producción que comparte en su catálogo propone miradas con movimientos, transparencias, superposiciones, abstracciones. Y vuelven las figuras con una marcada delicadeza.
Diego: - Del 89 al 94 viví en Madrid, teníamos un ghetto argentino, un núcleo muy creativo. Ahí aprendimos a beber en serio. Llegué a Madrid porque me invitó un fotógrafo, justo había hecho la portada del primer disco de La Portuaria, el elepé estaba en las novedades. La invitación me resultó interesante, en Argentina estaba la hiperinflación. Fui para experimentar y me pidieron mucho trabajo. Conseguí mi primera exposición de pintura. Pinté discotecas, Revolver Club durante la movida madrileña de los 90, llevé una vida muy social, ni se te ocurría quedarte una noche en casa.
La composición siempre suele derramarse por fuera de los límites. Diego llega a la música, compone, experimenta.
Diego: - Siempre fui músico, un tema que compuse hace tiempo terminó en la banda sonora de una película surcoreana. Firmamos con Warner y el productor me preguntaba si tenía más temas.
La provocación algo le dejó.
Diego: - Durante la pandemia produje un EP. Grabamos por separado, pero logré editarlo todo de modo que pareciera que estuviéramos todos juntos.
Una verdadera alquimia.
Sería pueril intentar definir, encasillar, limitar, ante una producción que muestra constantes fugas, ante una mirada que no se cierra, sino que abarca, que abre, que posibilita algo más.
Diego: - Quiero hacer presentaciones del EP. Armo portfolios, ahora me autogestiono. Quiero emular lo que hacíamos en los 80, hacíamos muchas fotocopias. Ahí está lo atemporal: eso que te costó hacer hoy aparece listo para mostrar. Ahora también vuelvo a lo audiovisual.
Ribereña. Pintura digital. Impresión giclée s/ papel de algodón. 60×100 cm. / Digital painting. Giclee print on cotton paper.
ENTREVISTAS VOL.2
JOSEFINA GOROSTIZA
Entrevista por Julian Guidi
JOSEFINA GOROSTIZA
Directora. Coreógrafa. Intérprete.
Licenciada en Composición Coreográfica en la Universidad Nacional del Arte en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina), Máster en Práctica Escénica y Cultura Visual coordinado por el Museo Reina Sofia, Universidad de Castilla-La Mancha y ARTEA (España). Su búsqueda se centra en el trabajo del movimiento, entendiendo al cuerpo como una enorme potencia creativa. Recibió becas y subsidios del Fondo Nacional de las Artes, Prodanza, Instituto Nacional de Teatro y la Bienal de Arte Joven. Participó de festivales en Argentina, Uruguay, Brasil, Chile, Bolivia, Costa Rica, México, Bélgica, Italia, Suiza, Londres y España. Entre sus trabajos como directora se encuentran Paraje Das Unheimlich Premio Bienal de Arte Joven (2015), Una de Vampiros en coproducción con El Brío Teatro(2016), Coreomanía -no puedo parar- coproducción con el Centro Cultural Ricardo Rojas (2017), Como Animales que somos Premio Graduados a la creación (2018), obra creada especialmente para la compañía de danza de la UNA, Cinco Horas Festival de artes escénicas y Festival Da Da Danza en Ciudad Cultural Konex (2018), Lo único que quiero es bailar en co-producción FIBA–Teatro Bombón(2019), Precarizada. Una hora de danza con apoyo de Prodanza y co-producción de Fundación Cazadores (2019), Fervor -hacer de la danza un acto de ardor- obra creada especialmente para el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín(2020) y Bruta proceso iniciado en residencia de creación del Festival Casa en Londres (julio 2019) y continuado en el Festival Próximamente en Bruselas (Nov 2019) Actualmente reside en Madrid, donde dicta talleres y trabaja en la creación de su próxima pieza.
“Una forma de resolver instintiva”
Desde los pies hasta la cabeza. En diálogo con Josefina Gorostiza (directora, coreógrafa y performer) las preguntas, las acciones y los pensamientos encuentran cauce en la danza como una experiencia vital, en una “propia práctica, un pensamiento activo, animal, presente”.
Por Julián Guidi
A lo largo de tu formación, de tu investigación y de tu práctica artística, ¿qué preguntas te han permitido aproximarte a la danza y darle forma o “no forma” al movimiento?
Me relaciono con el movimiento desde muy chica, hace mucho tiempo. Todo se mueve todo el tiempo. Y no sé si la pregunta antecede a la acción. Incluso a veces van juntas y a veces el acto mismo supone una pregunta después. Podría decirte que en este trayecto aparecieron varias preguntas y también decirte que hay momentos en los que no aparece ninguna. Y se pone todo bastante raro.
Si pensamos en algunos de tus trabajos como directora, por caso en Como animales que somos, aparece la danza en relación a la condición animal, al impulso, al instinto, a una fuerza en estado bruto. ¿Qué aspectos te interesan sobre las fronteras entre lo animal – humano – no humano?
Me interesa ese modo de estar en la cosa que se relaciona con lo profundamente vital. La danza como espacio de goce en relación a la potencia y la vitalidad. Una forma de resolver instintiva, como si se pudiera proponer, en la propia práctica, un pensamiento activo, animal, presente, que va de los pies hacia la cabeza.
La posibilidad de la aparición, del surgimiento, de la espontaneidad de la danza se pudo ver en tu trabajo Lo único que quiero es bailar. En esta puesta, con mucha ternura, invitaste a bailar a mujeres que generalmente no habitaban la escena. Aparece, otra vez, la idea del límite. ¿Se puede considerar como una constante en tu trabajo la hipótesis del límite/frontera?
Creo que la noción de límite, hoy, se puede interpretar en los trabajos escénicos a partir de mil variables. Con lo cual, si vos observás eso, te diría que sí, que seguramente hay algo ahí, y podríamos conversar un rato intercambiando en relación a - en qué sentido el límite se ubica en cada pieza. Pero en principio hay algo que me interesa bastante, que de algún modo, intentaba decirte más arriba y no es precisamente la hipótesis de frontera, se trata del encuentro en sí mismo. Del goce en relación a ese encuentro, potenciado por el valor de la diferencia de cada una de las personas que están en “diálogo” al mismo tiempo y en el mismo lugar. Y a partir de ahí se despierta algo que va, o que llevo, hacia la exacerbación del movimiento, probablemente, en términos de vitalidad.
En el trabajo que venís llevando adelante en Madrid, ¿profundizaste las líneas de indagación artística que venías llevando adelante en Buenos Aires, comenzaste a explorar otras nuevas?
Sí y sí. Por un lado, a veces pareciera que estamos en la misma siempre. Y por otro, hay zonas que se mueven porque nosotras nos movemos sin parar. Pero las cosas que aparecieron después de varios años de trabajo, permanecen. No estoy en contra de eso, es más, lo disfruto muchísimo.
¿Hay lecturas, películas, música u otras experiencias artísticas que te interpelan y contribuyen a tus procesos de composición?
Me encantaría decirte que no para ser un poco original y correrme de la norma. Pero la verdad es que sí. De todo. Ahora por ejemplo estoy con Bach, con Rubens y algunos otros barrocos más. Hace un tiempo escribí esto y pareciera tener que ver con tu pregunta.
//Invocar una mirada poética para poder encontrar, incluso hasta en lo más mínimo, potencia creativa o no creativa. Hacer de eso un modo. Un modo de estar en el mundo. Mezclar todo. Reciclar. Destruir. Reutilizar. Robar. Copiar. Citar. Apropiar. Volver a mezclar todo. Fracasar. Perder la fe y recuperarla. Olvidarme de intentar hacer algo nuevo, intentar hacer algo sincero//
¿Qué problemas de la danza te parece que son urgentes de abordar?
Hay tanta urgencia en el siglo XXI que es complicado. Y además lo urgente varía muchísimo de acuerdo al territorio. Una cosa es preguntarse acerca de las urgencias de la danza en Latinoamérica y otra cosa es situar eso en Europa. Pero si arriesgo, o me lanzo al intento de pensar en alguna urgencia universal, cosa que probablemente sea imposible, suelto esto: el problema del intento constante de traducción y el problema del yo como eje central de todo.
JOSEFINA GOROSTIZA
JOSEFINA GOROSTIZA
FERVOR
Registro de ensayos de FERVOR -hacer de la danza un acto de ardor- Escenarios de Buenos Aires. CTBA
COREOMANÍA -no puedo parar-
NICOLÁS GOLDSCHMIDT
Entrevista por Julian Guidi
Nicolás Goldschmidt se formó como actor con Cristina Banegas, Ricardo Bartís, Graciela Camino y el IUNA entre otros. Participó del Laboratorio de Cine en la Universidad Di Tella, dictado por Martin Rejtman y Andrés Di Tella.
Entrenó danza con Josefina Gorostiza, Leticia Mazur, Juan Onofri y Pablo Rotemberg. Algunas de las obras en las que trabajó son:
Lazaro, el cuarto oscuro (Nominado a los ACE como actor revelación) La máquina idiota de Ricardo Bartís (Asian theatre festival de Corea) La liebre y la tortuga de Ricardo Bartis (Teatro Nacional Cervantes) Coreomanía de Josefina Gorostiza
Ametralladora de Laura Sbdar (Bienal de Arte Joven 2022)
Precarizada de Josefina Gorostiza (FIBA y Festival Proximamente Bélgica). Bodas de Sangre dirigido por Vivi Tellas para el Teatro San Martín.
Fue ganador de la Bienal de arte joven con su primera obra como director.
En cine trabajó como actor en Eva no duerme y Las Furias, entre otras.
Fundó junto a Laura Sbdar Tropel dinamita, equipo de trabajo interdisciplinario, ganadores de la beca de creación CASA LONDON realizan
el cortometraje Las sirenas, estrenado en Londres durante el 2021. Protagonizó la serie Maradona: sueño bendito de Amazon Prime Video donde interpreta al joven Diego Maradona.
“Donde nunca suceda lo mismo”
Nicolás Goldschmidt (actor, intérprete) nos habla de su experiencia en la actuación, del aporte de sus colegas, de sus inquietudes para con el teatro en sí mismo y del cine en el que encuentra una visión poética.
Por Julián Guidi
A la hora de estudiar texto y componer, ¿cómo abordás la conexión texto-cuerpo? Si bien cada experiencia es distinta, ¿hay constantes que te permiten entrar en un estado?
Sí, esas constantes son físicas, no psicológicas. Y están relacionadas a lo técnico. El estado, para mí, comienza en la preparación técnica. Si bien, si el texto es contundente siempre hay algunas palabras o frases que activan más la emoción. Me pasa siempre que paso la letra de Ametralladora de Laura Sbdar, que en cierto punto no puedo evitar emocionarme, pero es porque el texto hace solo su trabajo. Hoy en día, cuando trabajo dando clases, trato de unir la salida del texto con una conciencia completamente física, imaginando concretamente que es mi cuerpo quien empuja las palabras y que si no fuera así no saldrían jamás.
En tu interpretación en Bodas de sangre, la escena misma te requería un estado álgido y emocional, ¿hubo pautas de dirección o composición en conjunto con tus compañeros para sostener ese estado?
Hay un estado previo, que yo imaginé y que ponia en funcionamiento en los ensayos. Eso es lo que llamo “el suelo”, ese lugar del cual no se puede bajar y que mínimamente debe estar para sostenerme en la escena. Ahora bien, sin Miranda de la Serna y Laura Nevole, esos estados no hubieran crecido o se hubieran desarrollado de ese modo. Y es en conjunto con ellas que los manteníamos vivos o en movimiento. Para eso los condimentos son variados. El humor, la picardía y la irreverencia en general son aspectos que convoco, no descreo de ellos ni solemnizo el vínculo con la escena o con lo teatral. Pero sí creo necesario ser consciente de en qué puntos la obra o el texto me hablan, o me están permitiendo decir algo “sobre mí”, porqué es en ese punto intermedio entre realidad y ficción donde se organiza la emoción. Pocas cosas me duelen tanto como no tener ese estado emocional cuando abordo la escena, pero hay veces que toca aparentar.
¿Qué tipo de experimentaciones escénicas son las que más te atraen?
Me atraen mucho las errantes. La idea del error no es algo que solo piense para mis clases sino más bien para cualquier hecho. Últimamente, le desconfío un poco a esa idea más tradicional de montar una obra y hacerla una o dos veces por semana (en el caso del independiente). Entiendo que a nivel organizativo y económico es lo que tiene sentido, pero en mi cabeza da vueltas la idea de armar eventos donde nunca suceda lo mismo y donde se reformule la idea de teatralidad constantemente. Cuando digo teatro digo danza, música, pintura. Yo he estado dos años ensayando obras, hoy no se si haría eso o más bien ensayaría con público constantemente. El teatro hoy tiene competencias muy concretas y son aquellos dispositivos que no paran de dar imágenes, donde el tiempo se acorta cada vez más. Elegir como dar esa batalla, para subsistir, para que las nuevas generaciones sigan pensando en teatro, es la cuestión mas importante.
¿Alguna experiencia te ha resultado un desafío de composición?
Por supuesto que interpretar a Maradona fue la más desafiante en ese sentido porque no solo era un personaje público, sino además conocido y amado por el mundo entero, entonces de por sí la exigencia era altisima. Pero incluso ahí pensé la composición desde los puntos en común, y entonces notaba cuántos gestos compartimos por el inconsciente colectivo. Me daba cuenta que algunas reacciones ya estaban en mí, y habia que potenciarlas. Luego, por suerte, existió toda una zona mas ligada a la invención, de “inventar” mi Maradona. También, en Ametralladora, la idea de interpretar a una niña creo que fue la más imposible que se me presentó hasta ahora. Pero esa misma imposibilidad fue la que me atrajo a querer intentarlo.
¿Cuál es el cine que más te gusta?
Me gusta el cine pequeño, íntimo o con una mirada cercana a los personajes, como el que aquí en Argentina hace Anahí Berneri, por decir un ejemplo. También aquél que sobrepasa las convenciones del realismo que aquí quizás es mas dificil de ver, La idea de un lago de Milagros Mumenthaler me sorprendió por eso mismo. Algo que, por ejemplo, Roy Andersson maneja tan bien: sus personajes son humanos y al mismo tiempo criaturas del submundo. Encuentro un clímax estético, poético y narrativo en algunas peliculas de Leos Carax, su estilo caló muy hondo en mi modo de ver el mundo y la actuación. No encontré aún pelicula mas bella que Les amants du Pont Neuf.
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PROXIMOS CURSOS Y FUNCIONES:
La belleza del error, entrenamiento actoral en Casateatro estudio. Marzo Abril Mayo Lunes 16h
Ametralladora ABRIL Miércoles a las 20h en el CC Recoleta.
Entrevistador: Julian Guidi
Julián Guidi nació en Zárate en 1991. Es escritor, investigador en estética, docente de enseñanza artística y director de arte. Desde el 2010 vive en Buenos Aires.
ENTREVISTAS VOL.1
Horacio Gabin
Entrevista por Julian Guidi
SOBRE UNA EXPERIENCIA PARAKULTURAL
¿Por qué tiene que ser otra cosa el Eros que la revolución?
Partimos de esta pregunta que se hace Omar Viola en la entrevista que lleva el mismo título, publicada por la editorial argentina Argus-a, con sede en Buenos Aires y en California. Horacio Gabin, junto a Viola, ha sido fundador del Parakultural, el centro que mediado los años 80 se convirtió en sede y paradigma de la cultura under porteña. En este reportaje queremos saber qué significó para Gabin la experiencia Parakultural.
- ¿Cómo describirías tu experiencia en el Parakultural?
-Veamos, ¿por dónde empezar para hablar de esos tiempos? Parafraseando a Pergolini, el que te cuenta algo de aquellos años es porque no lo vivió (hablando de la movida de los 80). Bueno, no sé si tanto, pero podría definirlos no menos que vertiginosos. Cuando decidimos abrir con Omar Viola, el Centro Parakultural, año 1986 (con la “K” en vez de la “C” y la segunda “A” dentro de un circulo, con reminiscencias a la “A” anarquista) ya teníamos un bagaje de vivencias, experiencias y recorridos en tratar de manifestarnos en estas pampas. Nos habíamos conocido en la Escuela Argentina de Mimo, en la segunda mitad de los 70, y trabajamos juntos en la Escuela y en la Compañía Argentina de Mimo, ambas dirigidas por Ángel Elizondo. La dictadura, la más feroz que ha soportado este país, nos había prohibido dos espectáculos, una de las obras la representamos en esos años en Alemania con gran éxito, pero aquí estábamos casi proscriptos. Como ya muchos saben, queríamos abrir solamente un espacio para dar nuestras clases, ya que ambos habíamos partido de la escuela de Ángel. Y esto viene a cuenta de lo "vertiginoso" que decía antes. A esta altura (1986) los 80 venían en una carrera descomunal. Pronto nos dimos cuenta que ya que teníamos un teatro (ahí había funcionado El Teatro de la Cortada) debíamos abrirlo para que nosotros y nuestros artistas amigos mostrásemos lo que hacíamos. Más pronto aún, la actividad del Centro Cultural aplastó a la de la didáctica y como se dice: el resto ya es Historia. En esos primeros años de democracia el aparato represor aún estaba bien aceitado y nos daban por todos lados: la policía (en sus varias manifestaciones), la municipalidad (en sus varias manifestaciones), los sindicatos y por supuesto la Iglesia. Hoy, como suelo decir, figuramos dignamente en los libros de historia de la cultura porteña. Para mí fue una experiencia canalizadora de lo que en mi juventud quería hacer y decir artísticamente. En el 81 y el 82 había estado en Europa, y ya sabemos lo bueno que es sacar la cabeza de tu agujero y mirar otras partes del mundo. Principalmente me habían subyugado lugares como el Melkweg o el Paradise en Ámsterdam, y acá en la Argentina la data de La Cueva, el Di Tella y por supuesto el haber curtido el (Café) Einstein de Omar Chabán, Sergio Aisenstein y Helmut Zieger. Esos eran los espacios donde más me había gustado estar, hasta ese momento. Y ahora teníamos nuestro propio espacio, para hacer absolutamente lo que quisiéramos. No más relacionarnos con espacios teatrales, donde hay entre actores y público un abismo de por medio. Para muestra basta un botón: al entrar el público por "primera vez", yo hacía (como acción teatral) agujeros en la pared con un taladro, también había colgado un par de objetos y un collage que había realizado especialmente para la ocasión que llamé Argentitanic. Luego también subí al escenario y representé. Nadie nos dirigía, hacíamos nuestros propios números. Nosotros y nuestros artistas amigos. Todo esto funcionó como un imán: empezaron a acercarse otros artistas con sus propuestas, actores, directores, artistas plásticos y músicos. Estar en medio de todo esto te modifica, quieras o no. Ahora, con la perspectiva de los años, me doy cuenta de que fue parte de mi formación. Todos estábamos influenciándonos, los unos a los otros. Hay que imaginarse que en los años de dictadura estábamos muy ensimismados en nuestra propia creatividad. Claro, era producto del encierro, literalmente hablando.
Entonces existía este espacio, que no era una disco pero había música, si alguien quería bailar nadie le iba a decir que no podía hacerlo, y así en todos los órdenes. Podías atender el hecho teatral, musical o artístico si querías y si no, no, te ibas a otra parte a hacer o ver otra de las cosas que sucedían. Más aún, incluso estaba la posibilidad de participar en cualquiera de estos hechos. Se llego hasta intervenir obra plástica que colgaba en las paredes. Nadie les dijo que lo podían hacer, nadie pregunto si lo podían hacer, simplemente la cosa se daba así. Y al frente de esto estábamos Omar (Viola) y yo. Todo esto nos fue esculpiendo una profesión más: la de organizar o no organizar el evento cultural. El Centro Parakultural fue para mí una experiencia irrepetible en mi vida, que conjugó manifestación artística, juventud, fuerza, trabajo, excitación, dicha, violencia, alegría, tristeza, drogas, amistad, sexo y amor. Cuando se cerraron sus puertas, había cosechado todo eso, y en el vientre de mi pareja, Laura Marker (Gambas al Ajillo, una de les parakulturales de la primera hora) se gestaba nuestro primer hije. Y solo habían transcurrido cuatro años desde la apertura.
- ¿Crees que las sucesivas mudanzas fueron transformando la esencia de esa experiencia?
- Cada mudanza trajo obviamente otro espacio, y cada espacio su impronta. Además, en cada lugar que se abrió el Parakultural cambiaron los personajes, tanto los artistas como el público, y no nos olvidemos que el tiempo va cambiando las problemáticas y el pensamiento de la época. Pero cada espacio es condicionante, incluso a la actividad. Tomemos por ejemplo el cambio del Centro Parakultural al segundo el ParaKultural New Border, en la calle Chacabuco (donde nació la milonga El Para). En los primeros tiempos, antes del tango, el formato de las noches era similar, pero el resultado era muy distinto. Si bien algunos actores aún eran los mismos, los nuevos trajeron otra estética y los viejos cambiaban o evolucionaban su obra. Pero las dimensiones, las diferentes posibilidades en cuanto a lugares de representación o de circulación para el público y artistas, hacían que la experiencia fuera completamente distinta. Ya en la era de la milonga pasó lo mismo. La Casona de México, Arlequines, La Catedral, o el Salón Canning, cada uno condicionaría el tipo de expresión que surgiría allí. Un ejemplo claro fue cuando dimos milonga en La Capilla, y la llamamos Culto Parakultural. Por supuesto hicimos un altar y todo el lugar tenía un halo muy misterioso, en cualquier rincón podía aparecer “Santa Milonguita”. Pero igualmente creo que la esencia vanguardista, experimental y abierta al cambio se conserva hasta nuestros días.
- ¿Qué consecuencias crees que tuvo el Parakultural en la vida de los artistas que pasaron por ahí? ¿Dirías que en algún punto significó un antes y un después?
- Sí, para los artistas eso era un bautismo de fuego. Bueno, creo que todo artista que trabajó en el Centro Parakultural lo considera un momento clave en su trayectoria. Una movida como esa no puede haber pasado por tu vida sin dejar huellas. No he hablado con ninguno sobre si lo considera como un antes y un después. En mi experiencia personal, sí lo fue. Pero nuestro caso (de Omar Viola y mío) es distinto al resto, porque no solamente actuábamos sino que también organizábamos. Hay que imaginarse que era el primer espacio donde se solidificaba lo que hoy llamamos “Nuevo Varieté”. No era común en ese entonces salir a escena caminando entre el público, el cual también estaba experimentando. Ya al salir de los camarines podríamos decir que empezabas a representar, y ya actuando podía suceder que te interrumpieran, que acotaran, hablaran, preguntaran o gritaran sobre tus textos o acciones. Hubo que ir acomodándose con la experiencia, tanto actores como público. Y sí, en algunos casos era literalmente un bautismo de fuego. Recuerdo una actuación de los Redonditos de Ricota que nos habían pedido hacer un número antes de su concierto: Mauricio Marker y yo salíamos travestidos de Ninfas, en zancos de metro y medio a corretear por el lugar perseguidos por un fauno con el pene erecto (50cm.), en zancos también, hasta que alcanzaba a uno y lo violaba contra una de las columnas. Pero la cantidad de gente era tal que casi no podíamos trasladarnos y el piso estaba totalmente mojado, la cuestión es que caíamos continuamente, pero no llegábamos al suelo por que el público nos atajaba y nos ponía en pie nuevamente. Otra vuelta, actuaba con un grupo, representando una ridícula escena de conquistadores españoles, esa noche estaba lleno de punks y en algún momento del número sonaba “A mi manera” por los Sex Pistols. La cosa termino en una batalla campal, punks contra actores. Claro, veían en nosotros la autoridad. Demás está decir que el grupo de conquistadores perdió la batalla.
- ¿Volviste a ver algo parecido, con la misma fuerza, en algún otro sitio de la noche porteña?
- No, he estado en muchos lugares pero ninguno se le acerca a aquello. Muchas veces nos ha sucedido de encontrarnos con público que ha estado en aquellas noches y nos dicen: ¿cuándo vuelven a hacer algo como el Centro Parakultural? Eso es imposible, no podríamos repetir las coordenadas tiempo y espacio.
- ¿Qué te gustaría que sucediera?
- Que la humanidad viviera más espiritualmente, más artísticamente.
- Muchas gracias, Horacio.